(OSV News) — La mañana después de que el huracán Otis arrasara Acapulco como un monstruo de categoría 5, el padre Leonardo Morales inspeccionó los daños y vio una destrucción total.

“Parecía una zona de guerra”, dijo el padre Morales, director arquidiocesano de Cáritas, en mensajes de WhatsApp compartidos con OSV News. “Pegó a todos”, dijo.

Los habitantes de Acapulco han tenido que recoger los pedazos después de que el huracán Otis azotara el destino turístico, ya de por sí deprimido. La tormenta tocó tierra el 25 de octubre como el huracán más fuerte que ha azotado la costa del Pacífico mexicano, con vientos de hasta 165 mph.

Las oficinas de Cáritas de todo México han establecido centros de recogida y enviado donativos a Acapulco, zona que quedó incomunicada tras la tormenta y tan afectada que aún no se ha restablecido totalmente el suministro eléctrico.

CoreLogic, que elabora modelos de riesgos catastróficos, estimó los daños asegurables en Acapulco entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, mientras que alrededor del 63% de los edificios de la franja turística de la ciudad resultaron dañados, según un análisis por satélite del Sistema de Gestión de Emergencias Copernicus.

Muchos de los habitantes de Acapulco vivían en barrios pobres de viviendas autoconstruidas, que fueron destrozadas por la tormenta, según clérigos familiarizados con la ciudad. La situación se ha visto agravada por la imposibilidad de abrir los comercios debido a la escasez de agua y electricidad, y por el saqueo de muchas tiendas tras la tormenta.

Hasta el 6 de noviembre, el número de muertos ascendía a 47 y el de desaparecidos a 56, según el gobierno mexicano.

La Arquidiócesis de Acapulco ha proporcionado apoyo espiritual y ha empezado a celebrar Misas a diario, aunque las principales iglesias parroquiales siguen dañadas. También ha establecido tres centros de acopio para recibir suministros de otras partes de México — incluida la catedral de Cristo Rey, cuyo tejado fue arrancado por el huracán — y nueve comedores parroquiales.

“Nos van llegando ayuda de Cáritas de otros estados”, dijo el padre Morales.

Se han entregado al menos 100 toneladas de ayuda a la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, a unos 65 kilómetros al norte de Acapulco, según el padre José Filiberto Velázquez, director diocesano de ministerios sociales. En la turística ciudad, destrozada en pedazos, urge cubrir todas las necesidades básicas, incluida el agua potable.

Pero llevar ayuda a Acapulco no es tarea fácil. El padre Velázquez viajó a Acapulco la mañana siguiente al paso del huracán — un viaje que duró ocho horas en lugar de los 90 minutos habituales, ya que los deslizamientos de tierra habían cerrado la autopista — para ponerse en contacto con sus colegas de Cáritas y determinar un plan de acción.

Las donaciones de Caritas llegan primero a Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, debido a la falta de espacio de almacenamiento en Acapulco, y luego se llevan a la ciudad portuaria en vehículos pequeños para evitar problemas de seguridad, como saqueos, y las dificultades de entrar en la zona con vehículos grandes.

“Chilpancingo-Chilapa se ha convertido en un puente humanitario para todo lo que había en camino, los voluntarios, los víveres, todo”, dijo el padre Velázquez a OSV Noticias.

Las necesidades en Acapulco son enormes, añadió, y explicó: “Es un puerto y su fuente de empleo es el turismo y ahorita nada de esto está funcionando. Muchos ya salieron”.

Los obispos de México han pedido solidaridad con Acapulco y han instado a la generosidad.

“En México siempre hemos sido solidarios, en los ciclones, en los terremotos. La gente participa”, dijo el obispo Salvador Rangel a OSV News desde Acapulco, donde estaba ayudando con los esfuerzos de socorro. El obispo Rangel dirigió la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa antes de su jubilación en 2022.

La respuesta se produce en medio de críticas al presidente Andrés Manuel López Obrador, que aún no ha visitado Acapulco y aprovechó su conferencia de prensa matutina del día después del huracán para hablar de una encuesta que supuestamente le mostraba un alto índice de aprobación.

“Es como si Acapulco se hubiera quedado huérfano”, dijo el obispo Rangel. “La tormenta golpeó a todos, ricos y pobres”.

López Obrador ha anunciado un plan de ayuda de 61.000 millones de pesos (unos 3.400 millones de dólares), aunque su partido en el Congreso se ha negado a aprobar fondos adicionales para Acapulco en el presupuesto de 2024. El presidente también anunció planes para que el ejército entregue toda la ayuda — excluyendo a la sociedad civil, a la que criticó en su conferencia de prensa –, aunque ya ha llegado a Acapulco ayuda de grupos no gubernamentales.

“Se necesita una respuesta más fuerte, más firme, más coordinada”, con el gobierno y la sociedad civil trabajando juntos, dijo el obispo Rangel. “El gobierno no va a hacer todo”.

Un editorial del 5 de noviembre en la publicación Desde la Fe de la Arquidiócesis de Ciudad de México instaba a que la reconstrucción de Acapulco incluyera una reconstrucción del tejido social, en una ciudad plagada de violencia de los cárteles de la droga y fuertemente dividida entre los ostentosos distritos turísticos y los empobrecidos e ignorados barrios.

“Dentro de la tragedia, se abre la oportunidad de hacer una reconstrucción integral de nuestro querido Acapulco, que le devuelva el brillo turístico de antaño y que además permita a sus habitantes acceder a mejores condiciones de vida”, se lee en el editorial.

“(Es) una estrategia en la que estamos llamados a participar todos, sin colores políticos, sin privilegiar a unos cuantos y sin beneficiar sólo a algunos sectores sociales”, agregó.

David Agren escribe para OSV Noticias desde la Ciudad de México. Actualmente se encuentra en Argentina.

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